Explica por qué no abundan los apostantes de éxito, pero también nos proporciona el modo de triunfar en las apuestas. La regla de oro a seguir es sobrevivir en el corto plazo para ganar en el largo plazo. Ambas cosas son posibles, y te contamos cómo lograrlo. En primer lugar, aprenderemos cómo funciona la operativa y qué debemos hacer para poner las probabilidades a nuestro favor en el largo plazo. Después, estudiaremos cómo plantear cada una de las operaciones concretas para que ninguna de ellas suponga un revés decisivo en nuestra economía.
Supervivencia y probabilidad favorable. Recuerda bien este lema porque es el que guiará todas nuestras actividades.
Un mercado en toda regla.
A pesar de que parezcan mundos diferentes, las apuestas deportivas son muy similares a la bolsa. Las casas de apuestas, o bookies, como se las denomina cariñosamente en el mundo anglosajón, funcionan en realidad como brokers o intermediarios financieros.
Hablando con más propiedad, ejercen el papel de creadores de mercado. Un corredor de apuestas pone inicialmente la liquidez necesaria para que se abran las operaciones y, conforme se suman participantes a un determinado evento deportivo, su misión consiste en ir equilibrando las cantidades de dinero que entran a favor de cada uno de los posibles resultados. El corredor va ajustando las cuotas de forma que los premios obtenidos por los apostantes que van a favor de un resultado sean pagados por las pérdidas de los que lo han hecho en contra.
Para lograrlo, se van variando las cuotas al alza oa la baja, según se busque incentivar o desincentivar la entrada de dinero en una u otra dirección. Desde luego, este trabajo no es gratis, sino a cambio de un pequeño porcentaje de las aportaciones, para cubrir riesgos y obtener beneficios. Exactamente como haría un creador de mercado en opciones y futuros financieros.
En el fondo, las cuotas actúan como el precio al cual se cobran las apuestas. Como todo precio en un mercado libre, el mecanismo por el cual se ajustan sigue las mismas leyes que describió Adam Smith hace tres siglos: las de la oferta y la demanda.
Lo lógico es que cuando en un partido se va a dar un resultado muy claro a favor de un equipo, haya más gente que desee apostar por él. En ese caso, la lógica también indica que los premios que obtendrán los acertantes disminuirán si el resultado era fácil de prever, así que para lograrlo el corredor bajará la cuota.
Y al revés. Si son pocos los apostantes que ponen dinero a favor de un resultado respecto del total de apostantes en un determinado enfrentamiento, los premios serán más elevados y, por ello, también las cuotas.